martes, 22 de septiembre de 2009

Entrevista a Oscar Campos Quinto - Perú

OSCAR CAMPOS QUINTO – PERÚ
Miembro de los Hijos del Sol Conferencista Maestro de Danzas Ancestrales.

Oscar, has estado aquí en Capilla del Monte, en varias oportunidades, ¿Qué significa esta zona de Sudamérica para vos?
Es una zona mística especial en Argentina, mi estadía se originó porque hermanos originarios de acá me solicitaron para hacer el rito de la danza de la lluvia para que llueva en lugares que hay sequía. Así mismo, hemos viajado con Mama Cuna, mi esposa y el Lonco Pincen Mapuche, a Andalgalá, Catamarca, hicimos la reunión y también llovió al día siguiente y después llegamos a Mendoza. Y ya estamos de regreso para mojarnos en la lluvia de Capilla del Monte y gracias a que nos condonaron un terreno para formar un grupo originario y cosas que se van a hacer como el Templo de la Sabiduría para Talleres del Trabajo, que es un proyecto muy grande. También hay una exposición chamánica-indígena-nativa, creo que para febrero o marzo, dependiendo de la organización, donde va a haber artesanos, sanadores curanderos, mucha gente.

Oscar, eres originario de Cuzco, Perú, ¿Sientes que tienes que llevar tu mensaje a toda América?
Sí, me trae como una pluma, porque los ancianos nos dicen que después de los 50 años debemos dejar nuestro conocimiento y nos mandan a América a hablar, porque el Gran Pachacuti se ha despertado y al despertar despiertan todos los maestros chamanes para dejar el mensaje de los pueblos originarios. Yo soy especialista en Danzas Espirituales y es lo que estoy haciendo acá en Argentina, enseñando estas danzas, los ritos sagrados antiguos que se ocultaron cuando llegaron los invasores de Occidente.

Sin hablar de lo sucedido a nuestros nativos, nuestros ancestros, porque es algo que nos duele a todos. ¿Qué es lo que ellos nos han dejado como legado a todos?
Ellos nos han dejado su sabiduría, nos han dejado una manera de vivir feliz en la vida. Lamentablemente el hombre está destruyendo la Tierra, está haciendo que haya climas que son diferentes, que hay terremotos, maremotos, en lugares que nunca ha habido y sequías profundas donde antes también había lluvias. Entonces el ser humano está destruyendo a la Tierra y creemos que si al ser humano le enseñamos nuevamente a reconstruirse, y a amar a la Tierra, a acercarse a la Tierra, todo va a cambiar.

Esta posibilidad que tenemos de difundir lo nativo a través de eventos, de crear lugares para que la gente se comunique, se contacte con la Pachamama, con la Madre Tierra, son trabajos que tenemos que hacer entre todos. ¿Qué recomendaciones nos da a quienes tenemos que trabajar en este emprendimiento?
Yo les aconsejo mucha disciplina, mucho amor, mucho cariño hacia la Tierra y que sean no una sola flecha sino que sean varias flechas unidas, cuando se unen muchas flechas jamás podrán ser rotas o destruidas, cualquier ideal o proyecto que quieran hacer será hecho.
En eso trabajamos con Lorenzo Pincen que es un hombre que ha dado toda su vida para organizar y hacer pedidos a las autoridades de la República, por los maltratos, las invasiones, a los terrenos de los originarios. Ha luchado por sacar leyes favorables al mundo originario.

Gracias por estar y te esperamos nuevamente en Capilla del Monte.
Estaremos siempre, estaremos juntos, Gracias al Gran Huiracocha que me ha permitido ser una pluma y dar toda la enseñanza que les he dado y que ha sido poca, espero poder volver para darles más.

(Entrevista extraída de la Revista "el tercer ojo")

jueves, 17 de septiembre de 2009

Entrevista a Thaayrohyadi - México

THAAYROHYADI – MÉXICO
Director General de la Universidad Indígena Internacional.

¿Esta ceremonia es parte del mensaje de los pueblos Otomí, para la unión del resto de los pueblos de América?
El pueblo Otomí-Olmeca-Tolteca-Teotihuacano llama a todos los pueblos originarios, a todas las familias de esta tierra llamada América para reunirnos, para continuar con esta tradición de amor y respeto a la Madre Tierra donde retorne al orden cósmico y ver la reintegración de todas las comunidades, de todos los pueblos. Que las nuevas generaciones también puedan retomar la tradición ancestral como un camino de vida para vivir con mayor paz, tanto a nivel de nuestro corazón, de nuestra familia, de nuestra comunidad y también a otros niveles y dimensiones.

En esta ceremonia se unió el águila, el cóndor y el ñandú, México, Perú y Argentina. América en general, nuestro continente, es un lugar sagrado y debemos respetarlo. ¿Cómo podemos hacer todos los que estamos en esto para poder aunar más gente?
Solamente con el conocer las tradiciones ancestrales, las culturas indígenas, las culturas de la Madre Tierra. Ya las propias familias, las propias personas podrán darse cuenta que estar en armonía con las diferentes manifestaciones de vida como son las plantas, los animales, todos los elementos, la tierra, el agua, el fuego, el aire, es una buena forma para poder mantener nuestra sabiduría, para ser felices. Porque cuando no hay buena salud, cuando hay enfermedad hay tristeza, entonces muchas personas se han dado cuenta cómo es que estando en contacto con la naturaleza hay mayores formas de armonía. Hay también buena salud dando mensajes, transmitiendo los mensajes de los sabios, de las sabias, no sólo como se vivía sino de cómo se mantiene todavía esta relación con la tierra en la actualidad en nuestras comunidades. Creo que esa es la mejor forma de llamar a la conciencia, trabajar por el despertar de la conciencia de todos los seres. Siento que estamos entrando en una etapa, en un momento donde estamos hablando de que lo que ocurren en esta tierra o lo que ocurra a los pueblos indígenas afecta también a toda la humanidad porque nada de lo que acontece en el mundo está aislado. Los huracanes, los ciclones, los maremotos, los terremotos, todo ello obedece a formas de agresión a la propia Madre Tierra, entonces creo que la toma de conciencia en la humanidad es muy importante y los pueblos indígenas tenemos estas antiguas formas que hoy más que antiguas son una solución a todos los problemas que aquejan a la humanidad.

¿Sientes que ha llegado un momento de reencuentro? ¿Y ese reencuentro es a través de la sabiduría de las plantas, del reencuentro con los animales, con los minerales, respetando cada uno la misión que tiene en este lugar, en este momento del mundo, que estamos volviendo a respetar lo que nunca deberíamos haber dejado de respetar? ¿Cómo sientes que es este momento de unión para todos?
Bueno, siento que se ha optado por muchas formas de relacionarse con la Tierra. La respuesta es que teniendo una alimentación natural, una vida más simple nos da mayor felicidad. Se ha demostrado que muchas de las tecnologías han sido muy contaminantes, muy destructivas y por eso cada vez más gente está optando por casas más naturales, sembrar sus propios alimentos, elaborar sus propias medicinas y ropas también. Creo que eso también beneficia a la Tierra. Se genera mucha basura, muchos proyectos son desechables, la peor parte va a la basura y después de usarse las cosas una sola vez, creo que eso no contribuye en mucho a la salud del planeta que también significa la salud de la comunidad, de nosotros mismos. Entonces siento que para muchos es claro que no hay otro camino que respetar las leyes naturales y bueno eso es lo que nosotros estamos haciendo en nuestros hijos, nuestras hijas, enseñándoles esto, reaprendiendo, reconociendo lo que tenemos, valorando los lugares donde todavía podemos escuchar los cantos de los pájaros, de muchos animales o aves que todavía viven por acá, en sus lugares. Hay lugares donde muchas aves han desaparecido, pero bueno ese es el mensaje, que estar en la naturaleza es estar con la Madre.

(Entrevista realizada por la Revista "el tercer ojo")

martes, 15 de septiembre de 2009

Nativos - En los Tiempos de Unión

En los Tiempos de Unión – Del Cóndor, el Águila y el Ñandú.
Ceremonia de nativos originarios de América en Ongamira, Córdoba (Argentina) realizado el 06 de Noviembre de 2005.

Ese día, en ese lugar, las profecías de los antiguos ancianos sabios tomaron forma en tiempo presente. Se unieron la pluma del Cóndor, la pluma del Águila y la pluma del Ñandú.
Representantes de aborígenes de Perú, México y Argentina acordaron trabajar por la paz y la libertad cultural de los pueblos.
El tercer ojo entrevistó a estas personas y a otros participantes entre los cuales se encontraba el actor Raúl Taibo. Todos ellos encarnan la renovación que estamos experimentando en este planeta, cada uno desde su lugar tienen un mensaje para compartir con nosotros.

Con estas palabras el chamán Thaayrohyadi (México) comenzó tan notable y distinguida Ceremonia:

“Estamos presentes aquí el día de hoy para decirles a todos los niños, a todas las niñas, a todos los jóvenes, que esta Madre Tierra nos está llamando a todos y nos está diciendo: Únanse hijos e hijas.
La propuesta es hacer una alianza espiritual, una alianza de vida, no solamente una alianza protocolaria, porque la alianza es real. Ella nos va a permitir restablecer esos lazos de comunicación, esos lazos de reencuentro, porque allá como aquí, todavía guardamos los símbolos, todavía guardamos los códices, todavía guardamos esos mensajes que nos dan la fuerza, todavía mantenemos las semillas sagradas, todavía mantenemos la lengua ancestral que nunca pudieron borrarla. Por eso estamos aquí, para ayudarnos entre todos, para apoyarnos entre todos, porque así lo dicen nuestros libros sagrados, así lo dicen nuestros ancianos.

Yo quisiera que pudiéramos pasar allá adentro (refiriéndose a las Cuevas de Ongamira) para que hagamos nuestra ceremonia de alianza, nuestra alianza por la vida, nuestra alianza por la paz. Para nosotros la paz no es solamente que no haya guerras militares, la paz significa también que nuestros maestros, nuestros ancianos sabios y ancianas sabias, puedan también transmitir el conocimiento a las nuevas generaciones. Que podamos seguir alimentándonos de las plantas sagradas, de los frutos sagrados que nos da la tierra, que nuestros hijos y nuestras hijas puedan hablar la lengua ancestral, eso es paz para nosotros. Que nuestros tambores sagrados, que nuestros símbolos sigan flameando, ondeando en nuestras casas, en nuestros templos, en nuestros centros, eso es paz para nosotros. La paz para nosotros también es la posibilidad de tener nuestros lugares sagrados, nuestros sitios sagrados, con respeto, que se respeten nuestras ceremonias, que nuestros cantos se mantengan, eso también es paz. Que mantengamos nuestros alimentos ancestrales, que podamos seguir manteniendo toda esta sabiduría, toda esta fuerza. La paz también significa que sigamos utilizando nuestros trajes, y con todos estos códigos que nuestras madres mantienen todavía hasta la actualidad.

Ese es el motivo de nuestra presencia aquí, no vinimos aquí de visitas, vinimos aquí para reunificarnos, para que como los leños, la madera, al unirse hacer un fuego mayor, reconocer aquí también a todos nuestros hermanos y hermanas que se han unido a esta causa, son nuestros aliados. Como dice la carta de nuestro abuelo, el jefe Siam: Después de todos somos hermanos. Este anciano en su carta hablaba de que estaba llegando el tiempo de pasar de la sobrevivencia a la supervivencia, pero yo siento, que nosotros no estamos en la supervivencia, siento que hemos mantenido nuestra fuerza, que hemos mantenido nuestra memoria, que hemos mantenido nuestra historia, que hemos mantenido todo ese tesoro, porque sabíamos que si lo dejábamos guardado en algún lugar también allí lo encontrarían. Lo encontrarían debajo del mar o en la montaña más alta, pero esa sabiduría permanece en nuestra memoria y en nuestro corazón, allí nunca pudieron entrar. Por eso es importante lo que decía nuestro hermano, de que es tiempo de recuperar nuestra espiritualidad ancestral, recuperar todas nuestras ceremonias, nuestros centros ceremoniales, nuestros lugares sagrados.

Hace 25 años se construyó un centro ceremonial en el lugar de donde yo vengo, en México, para honrar precisamente a las nuevas generaciones y a nuestros ancestros, entonces, este tambor sagrado que tenemos aquí estuvo presente en la ceremonia de los 8 mil tambores, que varios hermanos fueron, no sólo de aquí Argentina, sino también de Ecuador, de Perú, de Norteamérica, Centroamérica y otras partes del mundo. Se unieron a esa ceremonia de los 8 mil tambores ¿por qué? ¿por qué los tambores? Porque sentimos que el tambor sagrado es el que nos da la fuerza, es nuestro maestro, nuestro anciano, es el que nos da la medicina, es el que nos da también la sanación. El tambor sagrado fue perseguido, fue prohibido en muchas de nuestras comunidades, hoy cada tambor es una fuerza, una medicina, que no podrá ser ya más borrada de esta tierra, porque vuestro corazón también es nuestro corazón. Entonces, amados hermanos, amadas hermanas, díganle a sus familias, díganle a sus parientes, que estén contentos porque nuestras familias se están uniendo, se están reencontrando, vamos a hacer las ceremonias para que donde haya sequía pueda llegar las buenas lluvias, para que los lugares donde se requiera la presencia también de nuestros guías, de nuestros ancianos y ancianas sabias también allí podamos estar. Los invito a que pasemos para esta ceremonia de la alianza espiritual, de la alianza de vida, por una paz, justicia y “dignidad”."

(Entrevista realizada por la Revista "el tercer ojo")

lunes, 7 de septiembre de 2009

La Leyenda del Hornero

Cuentan que en las tribus que habitaban a orillas del río Paraguay, cuando los muchachos llegaban a cierta edad debían pasar tres pruebas. La primera consistía en correr muy rápido, mucho más que el viento veloz. Para superar la segunda tenían que nadar de un lado al otro del río. Por último debían cumplir con un extraño ritual: quedarse acostados sin moverse, muy quietos, tan quietos que no podían ni siquiera pestañear, durante un largo tiempo. Todos los jóvenes de esa tribu se entrenaban con gran dedicación para poder pasar esa prueba. Aprobarla, significaba pasar a ser adultos. Una vez existió un joven llamado Jahé que sorprendió a todos con su destreza. Cuando le tocó realizar la primera prueba, muy pronto dejó atrás a los demás competidores. Cuando cruzó el río, mientras los otros luchaban para que la corriente no los llevara, él juntaba piedritas de colores que encontraba en el fondo. Cuando debió permanecer acostado, el se mantuvo tan quieto, que por más que saltaban, y hacían bromas a su alrededor, él permanecía inmóvil como una piedra. Así Jahé, pasó ha ser un adulto. Lo que nadie sabía era que mientras el joven corría, en las alas del viento escuchó la voz de una mujer como el canto de un ave. Esa misma voz fue la que lo alentó mientras cruzaba el río Paraguay y la que le permitió concentrarse cuando debió permanecer quieto. Como era costumbre en esa época, el jefe de la tribu premió a Jahé concediéndole la mano de su hija. Jahé no podía aceptar ese ofrecimiento, pues la melodía que escuchó durante la prueba lo acompañaba día y noche. Jahé se había enamorado. El jefe de la tribu comenzaba ha impacientarse por la falta de decisión del joven. Una mañana el muchacho elevó sus brazos al cielo pidiendo a su amada que lo ayudara a decidir. Entonces volvió a escuchar su voz. Las manos de Jahé comenzaron a moverse al compás de una suave música, hasta que tomaron el movimiento de las alas de un pájaro. Los que observaban la escena vieron con asombro cómo el cuerpo del joven comenzaba a transformarse en un pájaro y se perdía volando en el aire. El ave era de color pardo y desapareció en los bosque que bordean el Paraguay. Buscó entre los árboles a su amada pero no la encontró. Construyó una casita de barro para resguardarse de los rayos, los vientos y las lluvias. Por fin una mañana la dulce cantora se posó en su nido y desde entonces es su compañera.

viernes, 4 de septiembre de 2009

La Flor del Seibo


Anahí era una bella muchacha, hija del cacique de una tribu guaraní que habitaba a orillas del Paraná. Eran los años de la Conquista y con ellos comenzó el enfrentamiento entre blancos e indígenas que quebró la paz del lugar.

Durante uno de esos combates, un capitán español dio muerte al cacique, trayendo una gran tristeza a su pueblo y profundo dolor a Anahí, quien juró vengarse. Una noche, sin revelar a nadie sus intenciones, se acercó al campamento y llevó a cabo su cometido.

Los centinelas advirtieron lo sucedido inmediatamente y, como castigo, la ataron a un árbol y la condenaron a morir presa de las llamas. No hubo llantos ni quejas por parte de Anahí, sino una dulce y sentida canción. Pero la agonía del fuego dio paso al asombro. No había cenizas ni brasas, sino un tronco que extendía sus brazos al cielo, desbordantes de unas extrañas y hermosas flores de color rojo, como la sangre.

Lorenzo, El Niño Aborigen


En una humilde choza
que colgaba de la sierra,
pasó sus primeros años
Lorenzo, un grande de esta tierra.

El patrimonio de su familia consistía
en un terreno de maíz sembrado,
gallinas en un corral, dos bueyes,
pobreza, dolor y quebranto.

Acompañado de una flauta de caña,
su alma infantil, vagaba,
cantando canciones alegres
inspiradas en la Pachamama.

En silencio sufría, porque
en su inteligencia despierta
contemplaba el desaliento y la lucha,
sumergida en el alma de su pueblo.
Aunque su tez era cobriza
y sus ropas, muy humildes,
decidió ir a la escuela
para ir cumpliendo sus metas.

De algo estaba seguro:
¡él ayudaría a su pueblo!
mientras tanto siguió estudiando, sabiendo,
que "¡los valientes no asesinan"!
sólo construyen hasta su último aliento.

María Victoria Eraso

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Historia de Dos Ríos


Hace muchos años, cuando los lagos eran de cristal y las montañas blandos terrones de arcilla, vivían en la Patagonia dos tribus Mapuches. Los hijos de los caciques Limay y Neuquén eran grandes amigos. Juntos iban a pescar y a nadar; un día, cerca de un lago, se oyó una suave canción… La voz era de Rahiue, una indiecita de gran belleza.

Los jóvenes quedaron enamorados de Rahiue. A partir de ese momento, los muchachos, que eran como hermanos, supieron que algo se interponía entre ellos. Los caciques al ver a los jóvenes tan distanciados, consultaron a la machi (adivina). Pronto la machi descubrió lo que estaba sucediendo y quiso hablar con Rahiue. Cuando estuvieron solas la adivina preguntó a la indiecita qué era lo que más deseaba, y ella contestó que quería una caracola de mar. Los jóvenes tendrían que llegar al mar y traer una caracola. Consultados los dioses, convinieron en que lo más rápido para llegar al mar era convertirse en río. Así lo hicieron, y los dos jóvenes con sus cuerpos convertidos en agua comenzaron a correr hacia el mar; Neuquén desde el Norte y Limay desde el Sur.

Pero (siempre hay un pero en las historias) el espíritu del viento no había sido consultado, y su furia hizo soplar vientos maléfico. Rahiue comenzó a pedir a los dioses por el alma de los jóvenes mientras su cuerpo se iba transformando lentamente en árbol. El viento sopló con tanta furia que desvió el curso de los ríos. Cuando Limay y Neuquén se enteraron de la muerte de Rahiue se abrazaron fraternalmente. Así, unidos, lloraron a la indiecita, y sus caudalosos cuerpos formaron un río que también aún la llora: el "Río Negro".

Leyenda del Junco


En las cálidas tierras ocupadas por los guaraníes, sombreadas de selvas y surcadas por los ríos rumorosos, vivía una india de notable belleza llamada Pirí. Su hermosura era tan grande como su vanidad.

Al atardecer, cuando el sol dibujaba pinceladas rojizas en las aguas del río Paraná, Pirí llegaba hasta la orilla. Acentuaba su esbeltez con su ondulante andar. Se soltaba sus largos cabellos renegridos y, mientras los trenzaba, se contemplaba en el río una y otra vez, deleitándose ante su propia imagen. -¡Qué bella soy! -decía. Era un ritual que repetía todos los días… Pirí había inspirado amor en varios muchachos de su tribu, pero ella no los miraba siquiera. Cuando se dignaba hablarles era para burlarse de sus sentimientos. Nunca agradecía los regalos que frecuentemente le hacían sus enamorados. Los arrojaba muy lejos sin importarle el dolor que les causaba. Sus horas eran una sucesión de ocios y de vana contemplación.

Un día, el dios de los guaraníes: Tupá, disgustado por el proceder de Pirí, se presentó ante ella. Con una voz que revelaba su enojo le habló así: -Pirí, todo ser humano tiene la obligación de ser generoso con sus hermanos y, debe dar utilidad a su vida. Tú has desaprovechados todos los dones que generosamente te di. Por ello, sufrirás un castigo. Te transformarás en otro ser. Serás una planta tan hermosa y cimbreante como eres ahora. Te convertirás en junco. Serás la gran compañera de los hombres y mujeres de esta tierra, y compartirás todos los momentos de sus vidas. Diciendo esto, Tupá se esfumó y también desapareció Pirí. Sus jóvenes enamorados la buscaron noche y día por la selva, en las orillas del río, junto a las flores, pero en ninguna parte hallaron rastros de la hermosa india. Un día, al acercarse al río contemplaron asombrados una planta desconocida que crecía en las orillas meciéndose al soplo de la brisa con la gracia de una mujer. La llamaron Junco. Con sus tallos aprendieron a dar forma a variados objetos de uso cotidiano tales como costureros, cestos, esteras y muchos otros más… Las hábiles manos de los tejedores trenzan el junco desde aquellos lejanos tiempos. Es una artesanía que se ha perpetuado, llegando hasta nuestros días como un hermoso legado del pasado guaraní.