miércoles, 26 de agosto de 2009

Los Arboles


Antiguamente, cuando la Creación era nueva,
La Tierra estaba repleta de árboles gigantescos,
Cuyas ramas flotaban por encima de las nubes,
Y en ellos habitaban nuestros Padres Antiguos,
Que caminaban con los Ángeles
Y vivían según la Ley Sagrada.
Bajo la sombra de sus ramas, todos los hombres
Caminaban en paz,
Poseían la sabiduría y el conocimiento,
Y recibían la revelación de la Luz Infinita.
Atravesando sus florestas, fluía el Río Eterno,
En cuyo centro se erguía el Árbol de la Vida,
Que de ellos, no se escondía.
Ellos comían en la mesa de la Madre Terrena
Y dormían en los brazos del Padre Celestial,
Aliados por la Eternidad con la Ley Sagrada.
En aquellos tiempos, los árboles eran hermanos de los hombres,
Y muy larga era la duración de su vida en la tierra,
Tan larga como el Río Eterno,
Que fluía sin cesar
Desde la Fuente Desconocida.
Ahora el desierto barre la tierra con arena ardiente,
Los árboles gigantescos se hicieron polvo y cenizas,
Y el vasto río es una laguna fangosa,
Pues la alianza sagrada con el Creador
Fue quebrada por los hijos de los hombres
Quienes fueron expulsados de su hogar en los árboles.

Ahora el camino hacia el Árbol de la Vida
Se esconde de los ojos de los hombres,
Y la tristeza cubre el cielo vacío,
Donde antes flotaban las ramas altaneras.
Ahora al desierto ardiente
Llegaron los Hijos de la Luz
Para trabajar en el Jardín de la Hermandad.
La semilla que plantan en el suelo árido
Se transformará en gran floresta,
Y los árboles se multiplicarán
Y extenderán las alas reverdecientes
Hasta que toda la tierra se cubra nuevamente.
La tierra entera será un jardín,
Y los árboles descollantes cubrirán la tierra.
En ese día, los Hijos de la Luz entonarán un nuevo cántico:
¡Árbol, hermano mío!
No permitas que me esconda de ti,
Sino que compartamos el aliento de la vida
Que nos dio nuestra Madre Terrena
Más bella que la mas fina joya,
Del arte del tapicero
Es la alfombra de hojas verdes bajo mis pies desnudos;
Más majestuoso que el dosel de seda
Del rico mercado
Es la tienda de ramas sobre mi cabeza,
A través de la cual dan luz las estrellas chispeantes.
El viento entre las hojas de los cipreses
Emite un sonido como el de un coro de ángeles.
A través del roble arrugado y del cedro real
La Madre Terrena envió un mensaje de Vida Eterna
Al Padre Celestial
Mi plegaria se dirige a los árboles excelsos.
Y sus ramas erguidas al cielo
Llevarán mi voz hasta el Padre Celestial.
Por cada hijo plantarás un árbol,
Para que el vientre de tu Madre Terrena
Produzca vida,
Como produce vida el vientre de la mujer.
Aquel que destruye un árbol
Corta sus propios miembros.
Así cantarán los Hijos de la Luz,
Cuando la tierra vuelva a ser un jardín:

¡Árbol Sagrado, divino don de la Ley!
Tu majestad reúne a todos aquellos
Que se desgarran del verdadero hogar,
Que es el jardín de la Hermandad.
Todos los hombres volverán a ser hermanos
Bajo tus ramas libres al viento.
Así como el Padre Celestial ama a todos sus hijos,
Así amaremos a los árboles y los cuidaremos,
Los árboles que crecen en nuestra tierra,
Así los asistiremos y protegeremos,
Para que crezcan altos y fuertes
Y colmen de nuevo la tierra con su belleza,
Pues los árboles son nuestros hermanos
Y, como hermanos,
Habremos de amarnos y cuidarnos los unos a los otros.

Del Evangelio Esenio de la Paz

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