martes, 15 de septiembre de 2009

Nativos - En los Tiempos de Unión

En los Tiempos de Unión – Del Cóndor, el Águila y el Ñandú.
Ceremonia de nativos originarios de América en Ongamira, Córdoba (Argentina) realizado el 06 de Noviembre de 2005.

Ese día, en ese lugar, las profecías de los antiguos ancianos sabios tomaron forma en tiempo presente. Se unieron la pluma del Cóndor, la pluma del Águila y la pluma del Ñandú.
Representantes de aborígenes de Perú, México y Argentina acordaron trabajar por la paz y la libertad cultural de los pueblos.
El tercer ojo entrevistó a estas personas y a otros participantes entre los cuales se encontraba el actor Raúl Taibo. Todos ellos encarnan la renovación que estamos experimentando en este planeta, cada uno desde su lugar tienen un mensaje para compartir con nosotros.

Con estas palabras el chamán Thaayrohyadi (México) comenzó tan notable y distinguida Ceremonia:

“Estamos presentes aquí el día de hoy para decirles a todos los niños, a todas las niñas, a todos los jóvenes, que esta Madre Tierra nos está llamando a todos y nos está diciendo: Únanse hijos e hijas.
La propuesta es hacer una alianza espiritual, una alianza de vida, no solamente una alianza protocolaria, porque la alianza es real. Ella nos va a permitir restablecer esos lazos de comunicación, esos lazos de reencuentro, porque allá como aquí, todavía guardamos los símbolos, todavía guardamos los códices, todavía guardamos esos mensajes que nos dan la fuerza, todavía mantenemos las semillas sagradas, todavía mantenemos la lengua ancestral que nunca pudieron borrarla. Por eso estamos aquí, para ayudarnos entre todos, para apoyarnos entre todos, porque así lo dicen nuestros libros sagrados, así lo dicen nuestros ancianos.

Yo quisiera que pudiéramos pasar allá adentro (refiriéndose a las Cuevas de Ongamira) para que hagamos nuestra ceremonia de alianza, nuestra alianza por la vida, nuestra alianza por la paz. Para nosotros la paz no es solamente que no haya guerras militares, la paz significa también que nuestros maestros, nuestros ancianos sabios y ancianas sabias, puedan también transmitir el conocimiento a las nuevas generaciones. Que podamos seguir alimentándonos de las plantas sagradas, de los frutos sagrados que nos da la tierra, que nuestros hijos y nuestras hijas puedan hablar la lengua ancestral, eso es paz para nosotros. Que nuestros tambores sagrados, que nuestros símbolos sigan flameando, ondeando en nuestras casas, en nuestros templos, en nuestros centros, eso es paz para nosotros. La paz para nosotros también es la posibilidad de tener nuestros lugares sagrados, nuestros sitios sagrados, con respeto, que se respeten nuestras ceremonias, que nuestros cantos se mantengan, eso también es paz. Que mantengamos nuestros alimentos ancestrales, que podamos seguir manteniendo toda esta sabiduría, toda esta fuerza. La paz también significa que sigamos utilizando nuestros trajes, y con todos estos códigos que nuestras madres mantienen todavía hasta la actualidad.

Ese es el motivo de nuestra presencia aquí, no vinimos aquí de visitas, vinimos aquí para reunificarnos, para que como los leños, la madera, al unirse hacer un fuego mayor, reconocer aquí también a todos nuestros hermanos y hermanas que se han unido a esta causa, son nuestros aliados. Como dice la carta de nuestro abuelo, el jefe Siam: Después de todos somos hermanos. Este anciano en su carta hablaba de que estaba llegando el tiempo de pasar de la sobrevivencia a la supervivencia, pero yo siento, que nosotros no estamos en la supervivencia, siento que hemos mantenido nuestra fuerza, que hemos mantenido nuestra memoria, que hemos mantenido nuestra historia, que hemos mantenido todo ese tesoro, porque sabíamos que si lo dejábamos guardado en algún lugar también allí lo encontrarían. Lo encontrarían debajo del mar o en la montaña más alta, pero esa sabiduría permanece en nuestra memoria y en nuestro corazón, allí nunca pudieron entrar. Por eso es importante lo que decía nuestro hermano, de que es tiempo de recuperar nuestra espiritualidad ancestral, recuperar todas nuestras ceremonias, nuestros centros ceremoniales, nuestros lugares sagrados.

Hace 25 años se construyó un centro ceremonial en el lugar de donde yo vengo, en México, para honrar precisamente a las nuevas generaciones y a nuestros ancestros, entonces, este tambor sagrado que tenemos aquí estuvo presente en la ceremonia de los 8 mil tambores, que varios hermanos fueron, no sólo de aquí Argentina, sino también de Ecuador, de Perú, de Norteamérica, Centroamérica y otras partes del mundo. Se unieron a esa ceremonia de los 8 mil tambores ¿por qué? ¿por qué los tambores? Porque sentimos que el tambor sagrado es el que nos da la fuerza, es nuestro maestro, nuestro anciano, es el que nos da la medicina, es el que nos da también la sanación. El tambor sagrado fue perseguido, fue prohibido en muchas de nuestras comunidades, hoy cada tambor es una fuerza, una medicina, que no podrá ser ya más borrada de esta tierra, porque vuestro corazón también es nuestro corazón. Entonces, amados hermanos, amadas hermanas, díganle a sus familias, díganle a sus parientes, que estén contentos porque nuestras familias se están uniendo, se están reencontrando, vamos a hacer las ceremonias para que donde haya sequía pueda llegar las buenas lluvias, para que los lugares donde se requiera la presencia también de nuestros guías, de nuestros ancianos y ancianas sabias también allí podamos estar. Los invito a que pasemos para esta ceremonia de la alianza espiritual, de la alianza de vida, por una paz, justicia y “dignidad”."

(Entrevista realizada por la Revista "el tercer ojo")

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